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jueves, 15 de febrero de 2024

El Arco de San Sebastián de Aparicio: Tesoro Histórico de Amecameca

 


En la apacible Plaza de la Constitución de Amecameca, Estado de México, se erige un testigo silente de siglos pasados, el imponente Arco de San Sebastián de Aparicio. Sus piedras susurran historias de fe, gratitud y resiliencia, llevando consigo el peso de los años y el fervor de una comunidad.

Erigido en Honor a un Protector:

Construido en el año de gracia de 1781 por las hábiles manos del cantero José Antonio de la Peña, este arco no es solo una obra de piedra, sino un monumento a la gratitud. Por orden de Don Francisco de Borja y Fernández de Córdoba, Marqués de San Miguel de Aguayo, se levantó como tributo a San Sebastián de Aparicio, quien, según la leyenda, protegió al Marqués durante un peligroso viaje a Veracruz.

Los Años de Esplendor y Desafíos:

Declarado monumento nacional en 1951, el arco ha sido testigo de momentos de grandeza y tragedia. En 1961, un fatídico accidente, protagonizado por un autobús "Flecha Roja", dejó su marca en la historia. El choque provocó el derrumbe parcial del arco, despojándolo de su diseño original y de la imagen de San Sebastián que lo custodiaba.

Renacimiento y Reconstrucción:

A pesar del revés, la fe en la historia y la devoción perseveraron. En 1971, el Departamento de Monumentos Coloniales del INAH emprendió la noble tarea de restaurar este símbolo de la identidad local. Renacido de las cenizas, el arco volvió a alzarse, honrando la memoria del santo mártir que lo protege.

Arte y Devoción en Piedra:

La majestuosidad del arco no radica solo en su significado, sino en su belleza arquitectónica. Hecho de cantera y adornado con grecas geométricas, su arquitectura barroca hipnotiza a quienes lo contemplan. En lo alto, un medallón rinde homenaje a San Sebastián, mientras que en su base, una inscripción inmortaliza su memoria.

Un Legado Perenne:

El Arco de San Sebastián de Aparicio trasciende el tiempo y el espacio. Más que una estructura de piedra, es un faro de identidad, un recordatorio de la fe y la historia que moldearon a Amecameca. Como testigo de la devoción y el paso del tiempo, sigue siendo un destino sagrado para peregrinos y viajeros, quienes encuentran en sus piedras el eco de la historia y la esperanza.


















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